domingo, 29 de marzo de 2015

Concatenando a José Villa

José Ángel Fernández Villa, il padrino del socialismo asturiano, entró en la comisión de investigación de la Junta del Principado con 1,4 millones de euros y salió con la misma fortuna. Cerrada la comisión, los asturianos siguen sin saber el origen del dinero oculto de José Villa que, también es casualidad, regularizó en 2012 acogiéndose a la amnistía fiscal aprobada por el Gobierno del Partido Popular. Los enemigos en las urnas pasan a ser amistades en el fisco. 

Ignacio Prendes, diputado en la Junta por UPyD y Presidente de la comisión, no desaprovechó la oportunidad de llevar la sardina a su ascua y emitió un borrador con sus propias conclusiones. Según Prendes, hay una «concatenación de hechos clara» entre el final de la obra de la residencia geriátrica de Felechosa, promovida por el Montepío de la Minería, y la regularización del dinero. No aporta pruebas, claro está, pero pide responsabilidades políticas. Y se cierra la sesión. Martillazo en la mesa y a comer, que la vida son dos días.

Un día después, José Villa sigue disfrutando de su fortuna regularizada. Millón y medio de euros ganados como un buen y honrado trabajador, subiendo y bajando de la mina, dejando uñas entre las piedras y pulmones entre el polvo y el grisú. Cualquiera puede coger una calculadora y hacer las cuentas. ¿Tienes 70 años, trabajaste en la minería y solo ahorraste 7.000 euros? Qué tonto eres, hijo mío, ahora podrías tener millón y medio de euros.

El insulto a la minería asturiana es más aberrante viniendo de un hombre que decía luchar por los derechos de los trabajadores, que levantaba el puño en Rodiezmo al son de la Internacional mientras se desgañitaba en una lucha imaginaria, inexistente, entre autopistas cortadas e imágenes de bonachonería con la Guardia Civil. El pon-y-quita presidentes autonómicos es un ejemplo de la corrupción sistémica en todos los niveles de la sociedad, pero también de la conivencia de la sociedad con la corrupción, harto conocida en Asturias a través de las cuotas sindicales y de los tejemanejes empresariales. Quién quiere a Francia, Reino Unido y Rusia teniendo al Gobierno, la patronal y los sindicatos como la Triple Entente de una sociedad corrompida hasta los cimientos.

En Asturias, donde al fin y a la postre solo son un millón de habitantes, conocen la biografía de José Villa al dedillo. Saben de su origen, su ascenso, su entronización y su caída. Saben que la ruina empresarial es derivada de su capitalización como jeque sindical en conivencia con los diferentes gobiernos autonómicos y del reparto de un jugoso pastel entre la casta político-sindical mientras la juventud emigraba en masa. Los Fondos Mineros son sujeto de decenas de chistes. No hace falta que Ignacio Prendes, Nachín para los amigos, hable de «claras concatenaciones de hechos» en una comisión parlamentaria. Todos sabemos que si quieres ocultar un hecho delictivo, lo mejor es montar la farsa de una comisión parlamentaria. De José Villa está todo hablado. Su fortuna no será aclarada ni ante una comisión ni ante un Juzgado. Pero es vox populi y su juicio, el juicio a SOMA-UGT, ya tiene veredicto.

martes, 24 de marzo de 2015

UPyDEP

Tras las elecciones andaluzas del 22 de mayo y los pésimos resultados de UPyD, Rosa Díez sigue sin hacer autocrítica. Ni se va ni se replantea una convergencia con Ciudadanos. No quiere saber nada de Albert Rivera. «¿Quién es ese?», podría decir de un momento a otro, intentando en vano soltar un chascarrillo propio de Rosa. De fondo suenan cuchillos afilados: Irene Lozano y Álvaro Anchuelo, con otros tres dirigentes del partido, hacen las maletas. «Si me queréis, irse», Rosa dixit imitando a Lola Flores.

El desastre electoral de Andalucía es solo la gota que colma el vaso. El cisma upydiense comenzó a tomar forma con la consolidación de Ciudadanos a nivel nacional y generó la primera ola de inconsistencia con las declaraciones de Sosa Wagner. De aquellas, Irene, Álvaro y la cúpula del partido llamaron a Sosa de todo. Les faltó decir que Sosa era el conde Drácula y que de noche bebía la sangre de niños inocentes a través de una cánula camuflada en su pajarita. Cualquier reunión con Ciudadanos acababa del mismo modo, en una relación sempiterna que siguió su curso natural hasta que el aprendiz -Albert- superó a la profesora -Rosa-. Y Rosa, cómo no, se puso hecha un basilisco y cargó contra la formación naranja en El País con su tono habitual, escupiendo fuego y predicando en el desierto.

A pesar de los hechos, reconozco que Rosa es un baluarte político con una trayectoria interesante a leer entre renglones, en ocasiones torcidos. Pero más de treinta años en política son muchos. Son tres décadas de pasos errantes entre el PSOE y UPyD. Y el tiempo, con una sociedad que reclama nuevos rostros, juega en su contra y en beneficio de Albert. De hecho, es su principal punto débil, unido al personalismo de UPyD. Porque, hablemos claro, UPyD es «el partido de Rosa Díez» y Rosa Díez es UPyD. UPyD podría llamarse, de hecho, Rosa Díez et al.

Por eso, Rosa tiene que entender a los díscolos de su formación. No puede perder peones con la relevancia de Irene Lozano del modo en que hizo con Sosa Wagner. El tiempo de las siglas ya pasó y es hora de realizar un camino unido sin personalismos antes de que UPyD quede sepultada en el fango político por luchas internas o desmembrada y partida a la mitad entre convergentes y divergentes, salvo que quiera acabar como Izquierda Unida, desvaneciéndose en un limbo mientras sus filas son aspiradas por Podemos.

Será duro para una mujer del carácter como Rosa compartir liderazgos y toma de decisiones, pero la única salida honorable es la convergencia con Ciudadanos, tanto para su formación como para la sociedad española que quiere una opción política fuerte entre el bipartidismo y el auge de Podemos, capaz de regenerar el espacio político español respetando la Constitución y sin volar el edificio construído en la Transición. Lo cual, ojo al dato, no significa la integración de UPyD en el partido de Rivera, sino la formación de una alianza como mínimo de cara a las elecciones generales. Cualquier otra salida es un paso en falso que seguirá llevando a UPyD al abismo y a los chascarrillos que hablan de UPyDEP. En manos de Rosa está sumar fuerzas y crear un grupo parlamentario sólido y fuerte que une a la población centrista y constitucionalista de este país o seguir anclada en los personalismos y en las amargas luchas de titanes que llevarán a su formación por la calle de la amargura.

martes, 17 de marzo de 2015

El pedo de José Bono

José Bono es más inoportuno que un pedo en un ascensor. Siempre lo fue, lo sigue siendo y puedo afirmar categóricamente que lo seguirá siendo. Pero para el otrora Ministro de Defensa y uno de los jefazos del aquelarre socialista, todo vale, cuescos incluidos, para malvender unas pusilánimes memorias que no interesan a nadie. Porque de José Bono se conoce hasta la talla de sus calzoncillos -usa la L- gracias a su filia por los platós de televisión. Pendonea aquí y allá, sacando oro líquido de su nueva juventud a cuenta de taquígrafos. 

No soy muy pródigo para las memorias de los políticos. Una vez leí las de José María Aznar porque me encontré el libro a un euro en un mercadillo y pensé que me volvían los pálpitos y me cortaba la respiración. Así que tampoco voy a leer las de José Bono. Ni las de Rodríguez Zapatero. Ni las de Casares Quiroga. Ni las de Carmen de Mairena. La mejor biografía de un político es la hemeroteca que queda tras sus acciones de Gobierno, la cual, en el caso de Bono, es ingente. Pero es más aun interesante la dualidad de su hipotético socialismo estando del lado de Rodríguez Zapatero en el Consejo de Ministros o de su inexistente patriotismo, sonriendo al Presidente que pactó la disgregación territorial, la Nación de naciones, el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña y el prólogo de la balcanización de España.

Ahora, años después, cuando le sopla el viento de sotavento y lleva en volandas el pedo de su ascensor, José Bono dice congraciarse con la verdad. Y revela documentos secretos, y dice que Rouco Varela mandaba SMS, y se reúne con Pablo Iglesias poniendo la zancadilla a Pedro Sánchez, y desvela que Artur Mas y Rodríguez Zapatero jugaban a redactar novelas negras que presentaron a la sociedad como Estatutos, porque no sabe muy bien cómo recuperar el protagonismo perdido. Como Felipe González, José Bono es un jarrón chino, muy simpático para adornar, pero con tal forma y fondo que no vale ni para sostener un ramo de mimosas en los primeros estertores de la primavera. Y en un último intento por resultar simpático y bonachón, airea sus cuescos verbales en recintos cerrados para que los demás olamos su perfume.

En tamaña stuación, alguien debería decirle a José Bono que sus miserias no importan a nadie. Que si le gusta escribir, que se decante por los sonetos. O que empiece a pintar paisajes. Que empiece por pintar Seseña al óleo. O un retrato de El Pocero al carboncillo. Él, tan socialista de salón y talonario, tan católico de comulgar con pan de molde, tan crítico con el aeropuerto de Castellón y tan silencioso con el de Ciudad Real. José, querido José, en boca cerrada no entran moscas. Tu tiempo ya pasó. Deja a Pedro que haga su trabajo. Bien o mal, lo dirá el futuro. Y si no te gusta, afíliate a Podemos y sigue tirando pedos.

lunes, 16 de marzo de 2015

Teniente Díez

Hace unos meses, Sosa Wagner, eurodiputado de UPyD, propuso que su partido estudiase una posible alianza con Ciudadanos, la formación política encabezada por Albert Rivera en Cataluña y en proceso de expansión territorial. La decisión de Rosa Díez fue unánime. Emulando las formas de Iosif Stalin, con la salvedad del poblado bigote, señaló con su dedo autómata a Wagner y bravó: «¡Purga!». Al menos un servidor, que tiende a adornar la vida real con un surrealismo de tintes horteras, lo ve así. Y Wagner fue purgado y sustituído por Enrique Calvet, en el punto de mira de su Lideresa por díscolo.

Rosa Díez es publicitada como una dirigente contestataria y de fuerte carácter, una imagen de la que ella reniega. No obstante, gobierna con buen golpe de timón un partido llamado en su momento a regenerar la vida política española. El problema es que, quizás por el silencio mediático que ella critica, quizás por sus maneras poco convincentes de cara a la ciudadanía, UPyD ha sido desplazado por Ciudadanos en el centro político que Rosa ocupaba hasta ahora en soledad. Porque decir que el PSOE es centro-izquierda y el PP centro-derecha es para empezar a reír hasta doblarse y guillotinarse por el diafragma. Y en plena competición por la predominancia de ese espacio, Rosa no está dispuesta a perder un ápice de terreno. «Aquí estaba yo primero», diría Rosa, empujando a un Albert dispuesto a priori a pactar por la convivencia de dos fuerzas emergentes. Nuevamente, adornos de tinte surrealista.

UPyD estaba llamado a regenerar la vida política de España con un movimiento reformista de trasfondo socialdemócrata, de tintes color magenta, en contraposición al inmovilismo de un PSOE escorado a la izquierda hippie y näif, gustoso de hacerle la pelota a grupos nacionalistas -tradicionalmente opuestos a la socialdemocracia; gracias, Zapatero-, y a un Partido Popular sin conservadores ni liberales, como bien gusta a Mariano Rajoy. Y Ciudadanos está llamado a ocupar ese mismo espectro político en pleno momento de convulsión nacional con un mensaje claro: dejar atrás el pasado de las trincheras y mirar hacia un futuro construído por la ciudadanía española. La clave política es la misma: regeneracionismo, reformismo, progresismo y socialdemocracia.

Y cuando se compite por un mismo espacio político, en un momento donde las fuerzas de izquierdas están creando un nuevo Frente Popular con el único propósito de alzarse con el poder, ¿por qué no pactar? ¿Dónde está el problema? ¿Por qué Rosa sigue empeñada en purgar voces críticas como las de Sosa Wagner y Enrique Calvet? ¿Acaso quiere silenciar una corriente interna de UPyD que sabe de la necesidad de sumar fuerzas para que la ciudadanía española que apuesta por el centrismo no esté infrarepresentada en un Parlamento por una Ley D'Hont que castiga a las terceras fuerzas en las circunscripciones? ¿Por qué se escuda Rosa Díez en problemas con la expansión territorial de C's y en informes sobre opacidad que ya han sido corregidos?

Recuerdo que su lema en las elecciones europeas rezaba: «La unión hace la fuerza». Y que el eslógan de Ciudadanos decía: «La fuerza de la unión». O quizás fuese al revés, no recuerdo. En cualquiera de los casos, el mensaje es claro. Albert insiste en que está cansado de llamar a la puerta de UPyD. Rosa niega la mayor y dice que ni pares ni nones. Que para mí el puchero, la garcilla, el plato y tú convidas. Al final, Rosa parece un caballo de Troya del bipartidismo (PP y PSOE) y del rupturismo constitucional (Podemos) que pretende silenciar la voz de una ciudadanía que aboga por el reformismo sin necesidad de procesos constituyentes, por la regeneración democrática sin necesidad de regresar a los autos de fe, por la reforma administrativa y fiscal sin necesidad de encender antorchas y parasitar la Plaza del Sol, por la reconstrucción de España sin los dictámenes de Ángela Merkel ni de Nicolás Maduro. Una pena, desde luego, pero es menester advertir a Rosa Díez que luego no vaya plañidera a quejarse de los resultados electorales. La realidad es la que es y Rosa, teniente de un cuerpo de marines, tal y como ella define a su partido, parece obviarla.

martes, 10 de marzo de 2015

Magentas, morados y naranjitos

La estrategia de comunicación del Partido Popular es nefasta. Caótica. Estrambótica. Apocalíptica. Parece realizada por el peor enemigo. ¿Qué digo por el peor? Por un dirigente de Podemos. De las pantallas de plasma en las que se escuda Mariano Rajoy para evitar las preguntas de la prensa, algo sobradamente natural en una Democracia, al nombramiento de Rafael Hernando como portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, hay un trecho largo. Entre ambos momentos históricos distan numerosos dislates comunicativos. Suponemos que el rollo näif buenista de Pedro Arriola esté detrás. Gran estratega este Arriola.

Rafael Hernando tiene un trasfondo intelectual notable. Lo digo de forma irónica. Suele actuar con un discurso despectivo y tirando la pelota en tejado ajeno. Fue condenado a pagar 20.000 euros a UPyD por vulneración del honor, después de acusar al partido de Rosa Díez de haberse financiado ilegalmente. Lo hizo por tirar pelotas en tejado ajeno, lógicamente, porque el suyo, el de su partido, el de Génova 13, está semiderruído. Un coloso en llamas donde Mariano Rajoy sigue en su despacho, llamando por el telefonillo a Soraya Sáenz de Santamaría, para ordenar: "Pon la calefacción, que tengo frío".

Rafael, al igual que muchos humanos, no aprenden de sus meteduras de pata. Numerosas, como buen portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados. Entre llamar "pijo ácrata" al juez Santiago Pedraz y "villano" a Javier Bardem, las declaraciones de Hernando se suceden con palabrería siempre sujeta a una verborrea chulesca, sin medir las consecuencias que pueden tener tanto para su cargo como para la reputación de su partido.

Hace unos días, en un alarde de conocer la paleta de colores mejor que Francisco Goya, definió en un desayuno en Fórum Europa, a los diferentes partidos políticos por sus colores. Los magenta, los morados, mientras rigorizaba el mensaje con un rictus bucal algo exagerado. Y por no quedarse corto, recordó con emotividad a la mascota del Mundial de 1982, nuestro aclamado Naranjito, para calificar a Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera, en un intento funesto por banalizar su mensaje político y acercarlo al de Podemos. Horas después, el hashtag #YoSoyNaranjito era trending topic y la página de Ciudadanos en Facebook conseguía más de 40.000 nuevos seguidores.

Quizás sean detalles nimios con escasa representatividad en la vida política. Quizás sean titulares de un día que se esfuman en el sinfín de una hemeroteca digital. Pero como portavoz del PP, Hernando debería ser comedido, pausado y consecuente con sus palabras, que tienen que estar bien elegidas tanto para la crítica interna cuando sea menester como para la crítica a otras personas, partidos e instituciones. No puede ir por los platós de televisión y por desayunos informativos con su habitual porte y derrochando esa agresividad verbal, carne de titulares que minan la credibilidad del PP y dan alas a partidos como Podemos y Ciudadanos. Por eso, porque es algo tan banal que hasta un crío se daría cuenta, me pregunto si la estrategia comunicativa del PP la hace un caballo de Troya interno o son conscientes del daño que las declaraciones de Hernando generan en el partido. Y lo dice uno al que el porvenir del Partido Popular le importa un higo.