miércoles, 27 de mayo de 2015

El día después

Las elecciones autonómicas y municipales ya pasaron, y la euforia de algunos partidos, paralela a la tristeza de otros, se ha disipado mientras sus líderes se sientan a reflexionar los posibles pactos. Los españoles han elegido virar del azul al rojo el color del mapa político y se entiende. Al menos, en parte. No hace falta ser analista para saber que la sangría de diputados que sufre el Partido Popular en toda España se debe a la abstención de sus votantes, que no saben si acudir a las urnas con una pinza en la nariz o quedar tomando el vermouth del domingo viendo pasar a los radiantes votantes del PSOE y de Podemos-Somos-Ganemos y cía. Aun así, Mariano Rajoy debe estar feliz y seguro, porque ni se le ha visto ni se le espera, como viene siendo habitual.

El PSOE, que vuelve a ganar en Asturias y recupera Extremadura, puede cambiar el mapa político si pacta con Podemos en Comunidades como Castilla La Mancha, y con Compromís en Valencia. Todos los feudos populares han sido dinamitados en su mayoría a la mitad, obteniendo en general la mitad de diputados y ediles que hace cuatro años. Aun siendo la lista más votada, pierde alcaldías como Valencia, Madrid y Oviedo, entre otras muchas, y baluartes como Esperanza Aguirre, Rita Barberá y Carlos Fabra no son ni la mitad de lo que eran, superados por las marcas blancas de Podemos, que a día de hoy sigo sin entender por qué no se presenta con una única marca en todas las ciudades. 

Dentro de unos días, España va a ser una escabechina de pactos y de repartos de poder. Y Podemos, que está en contra de ese «reparto de poder» clásico, tan propio de la casta, será la llave para repartir las cartas de naipe. No les quedará otra que entenderse con la «casta socialista», de la que despotricaban en tertulias y mítines, y pactar con ellos. Manuela de Alcaldesa y Gabilondo en la Autonomía. Y así en esa media España donde la ciudadanía ha dado la espalda a un Partido Popular hundido en el más absoluto y miserable fango, gracias a la «loable» gestión de Mariano Rajoy, y no ha respaldado a la derecha con una mayoría suficiente para gobernar. 

Vendrán días de carcajadas a mandíbula batiente en los que nos deleitaremos con las excusas, los perdones, los vuesas mercedes y los apretones de mano y de mandíbula. Veremos a Pablo Iglesias cediendo poder al PSOE. A Podemos saltando de las tertulias y haciendo política, si es que saben. A Ada Colau presidiendo plenos en un Ayuntamiento. A Pedro cediendo alcaldías a Podemos. A Izquierda Unida en el sitio de siempre, intentando no morir en el intento. A UPyD desmembrada, con Rosa Díez corriendo en chanclas. A Ciudadanos sin saber si virar a la derecha o a la izquierda, sabiendo que tiene un electorado que lo mira con lupa. Y a un Partido Popular comatoso, sin programa ni ideología, una mera fachada en plena calle Génova donde Mariano Rajoy sigue actualizando sus datos macroeconómicos, sin ser consciente de la realidad, en su obtuso mundo. Serán días de risas y lágrimas, pero al menos sea lo que quiere la sociedad española. Alea iacta est.

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