viernes, 17 de julio de 2015

La lista de Artur Mas

La nueva política siempre sorprende con extraños compañeros de cama. Todos los días aparecen nuevas y estrambóticas coaliciones de partidos que en el pasado se daban la espalda o se amargaban un pepino. Tras la ruptura de CiU, la rama convergente de Artur Mas no ha dudado en seguir con su hoja de ruta independentista, aun a sabiendas de que la legalidad constitucional ni la permite ni la ampara, y que por tanto se está moviendo en terreno ilegal. Veremos cómo acaba la historia después del 27-S.

En su pájara mental, Artur Mas no ha dudado en crear una lista de "convergencia" con ERC y movimientos civiles con el único fin de conseguir la independencia de Cataluña. Extraño compañero de cama, Esquerra, y extraña claudicación la de un partido histórico como el de Oriol Junqueras capaz de ir de la mano, en una extraña relación sentimental, de Artur Mas, el líder de un partido inundado por la corrupción de su sede y por el caso Pujol. Pero, huelga decir, suponemos que habiendo caché de por medio, Oriol siempre puede evadir el tufo a corrupción.

Se ha llegado con el fin de conseguir la independencia de Cataluña a un punto de no retorno en el que los políticos independentistas son capaces de tirar por la borda los años de historia de sus respectivas formaciones políticas. CiU, siempre con un papel moderador en la vida política de España desde la transición, ha saltado por los aires, dejando a Duran i Lleida con una mano delante y otra detrás. Esquerra, en sus ansias de poder, ha sido capaz de pactar con un partido de derechas en un movimiento poco creíble al menos para sus afiliados y simpatizantes con principios, los cuales deducimos pasarán a engordar los votos de la CUP. Y los movimientos sociales, que más bien podríamos llamar políticos, han dado el salto a la Generalitat para conseguir el tan ansiado puesto, bien sea en una institución anclada al opresor Estat español bien a un nuevo Estado catalán. Eso sí, siempre con un dinerillo caliente en las manos.

Y en el caso de la hipotética secesión de Cataluña, cabe preguntarse: ¿qué pasaría después? Una vez que gobierne la nueva coalición independentista con gente de izquierdas y de derechas, ¿qué políticas reales se aplicarían? ¿Los recortes presupuestarios de Artur Mas respaldados por la izquierda de Oriol Junqueras? ¿Tienen Omnium Cultural y la ANC un programa económico para la Cataluña independiente o solo mantienen un discurso político sobre la independencia como si los problemas reales de los catalanes no existieran tras el día D? ¿Cómo se conjugarán las distintas ramas de la lista independentista si no es más que un mejunge sin ton ni son de infusiones con agua y aceite?

El mapa sociológico de Cataluña, ya de por sí fragmentado, parece encontrar nuevas vías de fragmentación en torno al discurso de la independencia. De cara a las próximas elecciones del 27-S, los catalanes no solo van a tener que elegir entre lanzar un órdago inviable y sin futuro al Estado español, sino también escoger entre una cuchipandi de políticos deseosos de crear su propio latifundio donde medrar a su libre antojo, aunque sea saliendo de la Unión Europea y jodiendo a la sociedad, y el resto de formaciones que, con sus sempiternos males, parecen más ancladas a la realidad. Porque, en última instancia, el problema de Cataluña no es que Artur Mas se caiga del guindo: es que, en la caída, arrastra a todos los catalanes y los enfrenta en una batalla campal sin sentido con el resto de los españoles. Su nueva lista del 27-S no es sino la enésima rama que escala en ese guindo.