Parece mentira, pero sigue el colegueo entre el Partido Popular y
Podemos. La banda de la cachiporra, liderada por el Macho Alfa que es
Pablo Iglesias, aquella que iba a barrer a la Casta asaltando los cielos
en beneficio de La Gente™, ha
suavizado su discurso en su camino por el desierto y ya no vocifera como
antaño, cuando Pablo rapeaba sus discursos echando bilis por la boca
mientras el coro de la manada entraba en trance y coreaban su habitual
“sí se puede”, que debe ser el equivalente al rebaño de ovejas de
Rebelión en la Granja cuando balaban aquello de “cuatro patas sí, dos
patas no”. De hecho, Pablo se ha especializado en el susurro y en el
comadreo con el clan de Mariano Rajoy, dejando entrever esa connivencia
entre ambas formaciones como buena relación de simbiosis en beneficio
propio y mutuo.
Ese comadreo se dejó entrever en la sesión de
investidura de Mariano Rajoy, cuando, entre sonrisas e hilos de voz
suplicantes, Iglesias le decía que era “estupendo”, que tenía un “gran
sentido del humor” y que era un “parlamentario con retranca”, a lo cual
Rajoy replicaba con su habitual sorna que Iglesias también es
“estupendo” y que “a veces me gustaría ser como usted” (sic). Todo eso
apenas medio año después de que Iglesias, en su tono de gato arisco,
pusiera a Pedro Sánchez a caer de un burro, gritándole su otrora
habitual discurso de rapero antisistema, recordándole los tiempos del
GAL y votando junto al PP en contra de la investidura de un Presidente
socialista. El mismo que, con toda su cara de cemento armado, le pide a
Sánchez un paso adelante para presentarse a otra investidura y hacer un
“Gobierno del cambio.
Aquel día solo faltaron las carantoñas y
los arrumacos ante la perpleja mirada del resto del Parlamento. Pero el
comadreo no quedó solo ahí, sino que volvió a surgir este martes en la
Comisión de Economía con la intervención de Luis de Guindos. En lugar de
rapear su habitual ripio contra la “casta”, Pablo volvió a dedicar a De
Guindos una tierna voz de súplica y colegueo, recordándole con retranca
sus tiempos de oposiciones y provocándole la risa, sudoroso y
complacido, después de que el Ministro se chuleara ante el resto de
representantes del arco parlamentario y siguiera mintiendo por doquier
sobre el nombramiento de José Manuel Soria como directivo del Banco
Mundial.
Resulta extraño ver la tranquilidad que anida
últimamente en Pablo Iglesias. No hace ni dos años pululaba por los
platós de televisión enseñando los dientes como Isabel Pantoja en sus
tiempos con Julián Muñoz y rapeando sus discursos de La Tuerka bajo la
influencia de su puño izquierdo y del parné de Hugo Chávez. Y sin
embargo, en su trigésimo cambio de estrategia política, prefiere
coleguear con Mariano Rajoy y con Luis de Guindos para sonsacarles una
sonrisita, como quien le hace carantoñas a un bebé para que expulse los
gases, llamándolo “estupendo” y “parlamentario con retranca”. Cualquiera
diría, viendo las ironías que se gastan Pablo y Mariano entre ellos y
viendo cómo solo endurecen su lenguaje cuando se trata de mentar a Pedro
Sánchez y a Albert Rivera, que están en su salsa y que prefieren
coexistir en un mar de tranquilidad a costa de que Partido Socialista y
Ciudadanos se diluyan en unas nuevas elecciones, polarizando el voto y
creando un nuevo bipartidismo. Porque, si no es cierto, al menos dan esa
sensación.
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