martes, 6 de septiembre de 2016

Mariano, vete

Va siendo hora de que Mariano Rajoy dé un paso atrás. Que dé paso a una nueva generación de políticos capaces de enderezar el timón del Partido Popular sin estar rodeados por un halo de corrupción del que Mariano no sabe cómo desprenderse. Que los españoles no tenemos que estar sufriendo sus continuos envites, su manía por “perseverar”, como dijo ayer en la cumbre del G-20, su obcecación por seguir enquistando el panorama político nacional como si su continuo reto con Pedro Sánchez fuese un asunto personal. Tampoco es de recibo la perseverancia de Pedro Sánchez, dicho sea de paso, pero leñe, que ya van dos elecciones generales donde vale, que sí, Mariano, que ganaste las elecciones, pero no tienes una mayoría absoluta. Y tú, tan poco acostumbrado a negociar, después de cuatro años de rascarte el peritoneo sin hacer las reformas que España necesitaba, después de convertir al Partido Popular en un lodazal de corrupción, quitando de forma puntual algún jarrón chino moteado por hongos, no pareces entender la situación actual.

Detrás de Mariano está la historia de una década de Partido Popular inmersa en una realidad paralela, sin rumbo ni timón, sin otro proyecto político para España más que ir tirando hacia delante, ir sacando las castañas del fuego según el criterio suicida del BCE y sentarse a verlas venir. Sin afrontar la corruptela sistémica con reformas legales, sin defender la unidad de España con el Estado de Derecho en la mano frente a quienes quieren trocear la soberanía nacional, sin enfrentarse a la realidad de un Estado hipertrofiado que requiere una inmediata reforma estructural, comenzando por el sistema público de pensiones, continuamente achantado por el acomplejamiento del buenismo político y por la acritud personal de Rajoy al debate ideológico.

Algunos todavía tenemos muy presente en la memoria aquel contubernio de Valencia donde Mariano se proclamó prócer del Partido Popular y dijo que los conservadores se fueran al partido conservador y los liberales al partido liberal. Aquel día el PP quedó huérfano de ideología y emprendió un camino autócrata y personalista consistente en no contradecir al líder. Quienes lo hicieron, comenzando por María San Gil, fueron quedando por el camino. Y Mariano sigue ahí, una década después, como un gato que siempre cae de pie, convencido de que España le necesita, cuando España lo que necesita es la regeneración democrática que nos prometió hace cinco años y que no cumplió escudándose en el déficit público y en otras milongas. Y hoy, con los rupturistas de Podemos tocando a las puertas del poder, deseosos de trocear y arrancar la más preciada página de nuestra historia reciente que es la Transición, es la hora de coger el toro por los cuernos y afrontar la realidad. O emprender las reformas legales, fiscales, institucionales y administrativas para regenerar España respetando la Constitución, o vamos camino de la desintegración como Nación.

Eso Mariano no lo entiende. Nunca lo entendió. Nunca tuvo un proyecto de regeneración para España salvo el ir salvando los muebles a base de vender el ajuar. Y dada la situación, en su empeño por “perseverar” en sus errores, lo mejor es que Mariano se aparte una vez cumplida su función política, si es que alguna vez tuvo alguna. Que deje paso a otros liderazgos en el Partido Popular para una nueva etapa política basada en el entendimiento con otras fuerzas parlamentarias, empezando por Ciudadanos. Porque el problema radica en que ese entendimiento es imposible con quien un día suscribe un acuerdo de regeneración democrática y al día siguiente se cachondea del personal, nos toma por idiotas y nomina a José Manuel Soria como candidato al Banco Mundial escudándose en historias sobre el funcionariado. Así que, visto lo visto, Mariano, vete. Y llévate contigo a Pedro Sánchez.

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